Trascurría el 8 de pachy de 1516, cuando el interior de mi
alma se encontraba agobiada y afligida, por el sinsabor de una muerte
inesperada, cuando a eso de las 4:28 de la tarde en medio de una tormenta,
vi llegar a mi casa,
la cual se halla envuelta por las montañas y bañada por un majestuoso rio caudaloso y
oscuro como solo lo ojos de un nativo de
esta recia tierra pueden dar, a un grupo de soldados bien armados, con una
orden dada por su majestad Juan Rykod Bercluger, de presentarme ante él, para
encargarme una dura y fuerte misión que
me llevaría por los más recónditos lugares
de este majestuoso imperio, el cual se extiende desde el gran río del
águila, hasta el paso estrecho del sur,
y por el occidente con el gran Mark de Pachiky, y al oriente con la inmensa y
peligrosa gran selva del moled, en la cual muchos hombres ingresan y pocos
salen, encontrándose en medio de esta, el
gigantesco río de la Pikara.
Lo primero que he de indicar, y espero no llegue a ser
leído por los ojos tan claros y azules de su majestad cuando termine estas
letras,
Es que el miedo y el terror son una constante en mi vida y
creo que es desde el día en que mi madre
y padre me concibieron, terror que ha ido creciendo desde el mismo instante que
dí mi primer suspiro, y que ha sido alimentado por la leña seca del crecimiento
y enardecido por la muerte de la amada más amada que yo he podido tener.
Pero aun así tendré la valentía de cumplir la misión
encomendada por el hombre más fuerte y valiente nunca antes visto, el cual aun
cuando siendo de avanzada edad es tan rígido y vital como un joven de 20 años. Este hombre era de
los que retira lo que no ha depositado y cosecha lo que no ha sembrado, cualidades
que lo hacen un emperador tan duro como la roca del río de la Yanta Magdakiska,
pues, posee una sangre fría, que lo hace
ser un emperador duro, cruel, pero a su vez
bondadoso y majestuoso.
Cualidad, no producto de sí propiamente dicho, sino
fruto de la sangre de sus ancestros, los cuales me hacen mirar
hacia el año 800 d.C. el día 24 de tolerad
o día del señor, día en el cual, la luz y el color eran intensos, los pájaros
cantaban las más hermosas sinfonías nunca antes escuchadas por hombres algunos
de estas, ni de otras tierras, y digo de otras tierras porque será ese el día
del gran encuentro, con el cual llegara nuestro primer emperador.
Efrajy Bercluger, un hombre tan alto como las grandes
montañas, de buen color, de hermosos ojos y buen tipo, cuidadoso de no insultar,
el cual poseía una magnífica cabellera dorada, como sólo el gran sol lo puede
ser, lo acompaña a su derecha un hermoso
y rozagante caballo blanco, y envuelto en un manto de color tan rojo como la
sangre, y una magnífica armadura de metal plateada y una espada que cuelga de
su cintura, muy afilada y muy ágil; a su alrededor se encuentran 7 hombres de
buen porte cada uno, todos poseen cabelleras de color distinto, el primero
tiene el cabello amarillo como el sol, el segundo tiene el cabello rojo como la
sangre, el tercero posee una cabellera
negra como la tierra más oscura, el cuarto poseía un cabello plateado como las armaduras, el quinto, era
el más joven y misterioso de todos, poseía una cabellera blanca como la niebla
de la mañana, el sexto era de cabello azul como el agua más oscura y el último
era dueño de una cabellera café como la madera de las altas montañas. Y aun
cuando sus cabelleras eran muy distintas las unas de las otras, existía un
valor superior a todas las diferencias; que no es otro que la tolerancia, el
cual los unía a pesar de las diferencias de cada uno.
Luego de estos, se
encontraban una cantidad de aproximadamente700 hombres con bellas armaduras
plateadas, también de buena estatura y buen color, pero más diversos en sus
rasgos físicos, no menos finos, los
cuales traían hermosas bestias de color blanco, negro, café, moro y algunas con manchas, estos coloridos
caballos eran de origen diverso. Otros hombres que iban a pie, portaban unos
grandes y sencillos, pero bien decorados estandartes con grandes letras doradas
con la inscripción Respeto, Tolerancia y Paz.
Palabras incomprensibles, hasta ese momento por nuestros
antepasados, los cuales eran de un color trigueño, rasgos bien definidos, corta
estatura, ojos oscuros o cafés, cabello lacio,tan liso que las hojas del árbol
wainase podían deslizar entre sus cabellos cuando caían.
Cuando tocaron el suelo,
el gran general EfrajyBercluger y
sus hombres, se dispusieron a besarlo en señal de amor, respeto y amistad a
esta tierra y a los hombres nativos que se encontraban en la playa de arena
blanca como las nubes, lo que generó que nuestros ancestros, comprendiendo este
gesto como la paz, el amor, el sosiego, la calma, y algo a un más fuerte, que
no se sabía ni se podía comprender hasta el momento, pero que aquellas palabras
bien definían la FE, la cual se irá dando a medida que de un lado y del otro se
vayan conociendo. Continuará…
Fray Julio Cesar Berdugo Marín, O.S.A.
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